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Los privilegios dados porque sí en favor de unos y en perjuicio de otros, una mayoría, debe acabar. ¿Cuestión de sangre?
Los derechos fundamentales y las libertades en pro de una igualdad debe de plasmarse en todos los que formamos parte de este patrio país, y no sólo ser meras intenciones de una constitución, que se niega a reformarse por miedo a hacernos más libres, pero de verdad, sin ataduras burocráticas, administrativas.
Es hora de tomar las riendas y mirarnos a los ojos sin superioridades de clases y darnos la oportunidad de recorrer un camino más tolerante y próximo. No somos radicales en nuestras aspiraciones, más bien sensatos, actuales, que no creemos en cuentos de reyes y princesas, tan sólo buscamos la cabida de todos. ¡Seguimos en la lucha!
No se trata de volver a una vetusta reivindicación, sino tomar conciencia de una realidad comprometida con los tiempos que vivimos, ni más ni menos.
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