sábado, 11 de julio de 2009

CELEBRANDO UNA VIDA

Lo ocurrido el martes 7 de julio de 2009 en el Staples Center de Los Angeles con motivo del homenaje a Michael Jackson me emocionó sobremanera. Y es que los americanos son especialistas en ceremonias de este calibre, dando solemnidad y respeto a la figura de uno de los más grandes iconos que ha dado no sólo USA, sino también el mundo.

Y es que Jacko fue reconocido no sólo por su brillante carrera, que comenzó con 5 años, sino por su faceta más desconocida y humana, y que ensalzaron todos los allí congregados, miles de amigos que le rindieron todos los honores, y no hicieron de ello un temido circo, en el que podía ser fácil caer: Stevie Wonder, Lionel Richie, Usher o su hermano Jermaine cantando su canción favorita Smile, de Chaplin en Tiempos Modernos nos pusieron los pelos de punta.

Todo fue calculado al milímetro, y cada uno aportó una visión del ídolo próxima, y nada tóxica, como muchos sensacionalismos pretendían tener, urgando en la herida. Vimos a una hija rota de dolor por la ausencia de su padre, que la había dado todo, sobre todo cariño. Fue muy conmovedor.

Por todo lo que allí pudimos ver y por cuánto nos dio (música, ritmo, show, y sobre todo letras donde el mundo tiene que pensar hacía dónde debe ir), se conmemoró una vida llena de sensibilidad con los otros, con los niños y con los pobres. No olvidemos la cantidad de dinero que donó a organizaciones necesitadas.
Por mi parte, recordar una fiesta memorable donde el paso de moonwalker con sombrero fueron las risas, cuando las energías del universo estaban de nuestra parte, todavía. Por ello, gracias Michael.

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