miércoles, 26 de noviembre de 2008

QUÉ IBA A DECIR...


Estamos viviendo un momento caótico en las sociedades desarrolladas , donde sólo se vive para trabajar, ser productivos, escalar posiciones laborales (eso los que tienen trabajo, en estos tiempos tan convulsos y revueltos por crisis reales o ficticias) , y quizá no queda tiempo para nosotros mismos, los nuestros, y nos olvidamos de ese otro mundo que también está, pero que queda solapado ante tanta prisa y presión.


Muchas veces sería conveniente cambiar el chip y resetearnos, olvidarnos de todo aquello que nos pesa, que hemos aprendido y que nos encadena a una forma de ser carcelaria, dócil. El deshacernos de esos lastres nos llevaría a dejar de sufrir por cosas que no nos afectan realmente, por problemas ilusorios de otros, pero el sistema está así montado, y desde que nacemos parece que debemos cumplir una misión de hormiguita en esta matrix y es imposible eludirse, salir fuera de esta espiral destructiva, nihilista, si pretendemos sobrevivir.


Aunque yo reivindico la memoria histórica para no perder los recuerdos, lo acontecido (el pasado), siento que es necesario la amnesia para poder seguir adelante.Vivir un presente que haga el menor daño posible, con la mayor lucidez posible,deshechando todo lo sobrante, lo negativo.


Pero lo que me ocupa en este post es dar una pincelada sobre lo que un simple olvido puede acarrear. Muchas personas debido a múltiples factores tanto externos (stress) como internos (somáticos) tienen transtornos neuronales que pueden comenzar con olvidos cotidianos, sin importancia, y pasan a otros estadios más recurrentes y preocupantes en su mente. Cada vez más jóvenes sufren esas confusiones en su conocimiento o esas desorientaciones espacio-temporales, haciendo que la memoria vaya teniendo lagunas más grandes: no se acuerda lo hecho apenas unos minutos antes, o lo que se ha comido en ese día, o lo que ha hablado hace un rato. La superficialidad del individuo en sus relaciones, la facilidad para encontrar sustancias tóxicas, la sobreinformación, la manipulación en muchos ámbitos, nos hace no tener control sobre todo lo que nos sucede.


Todo ello, a la larga , puede conducir a una degeneración progresiva de las neuronas que acaban por destruir a la persona, surgiendo la enfermedad de Alzheimer tan frecuente en nuestros días. Cada vez el tejido neuronal se pierde antes o se atrofian las neuronas, dando origen a esta silenciosa y cruel enfermedad que no tiene cura. Se intenta paliar manteniendo al paciente en entornos de apoyo, donde se le comprenda y fomentar las habilidades mentales cada vez más reducidas para que no se vayan perdiendo tan rápidamente. Es una enfermedad compleja, las causas pueden ser diversas: genéticas , ambientales,etc. aún no se sabe bien, pero lo que si se sabe es que el proceso doloroso no sólo para el que la sufre en sus carnes sino también para el que observa ese deterioro de la persona querida, y ve cómo se va apagando y dejando de ser.


El camino para la curación es largo, pero los avances médicos en este terreno son cada vez más alentadores. Esperemos que muy pronto sepamos entender esta situación y que millones de personas en el mundo tengan remedio.

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