viernes, 22 de mayo de 2009

LA HAPPY FAMILY

Que el deber de los padres es el de cuidar a sus hijos, es obvio. Se traen hijos a este mundo, con o sin programación, deseados o no, y llegan llamados para qué. Son muchas las razones, pero hay que educarlos durante al menos 18 años, tiempo en el que son menores legalmente(antes era 21, y ahora se pretende bajar a 16).
Pero ¿cuáles son los límites en esa protección a ultranza que vulnera la intimidad de esos menores?. ¿Hasta qué punto un padre debe preservar los actos desde que son bebés en guarderías con las webcam, o de niños con móviles vigilantes-auditados, o de jóvenes en cámaras instaladas para pillarles in fraganti por alguna sospecha fundada o no en sus conductas?
¡Cuánto mal ha hecho el GH, pero ya lo dijo el autor Wells!

¿Qué problemas alarmantes de la sociedad son acuciantes como para perder la confianza en las relaciones familiares? La preocupación natural de ser padre pretende el hipercontrol de sus descendientes, para que no se descaminen de ese camino trazado por ellos.


La familia y lo que representa hoy en día es un organismo vivo muy frágil, y parece ser que judicializarlo todo es a lo que estamos abocados, y eso es lo último. Tener la ley como garante de los derechos fundamentales es saludable, pero lo que no es tanto es que cualquier minucia pueda ponerse en tela de juicio, y considerar delincuente a los padres por querer salvar a ese hijo que tiene un conflicto que se quiere solucionar.

Dentro de unas pautas lógicas de comportamiento no deben ser criminalizados, sin embargo, Papá Estado esta dando una manga ancha en sus derechos a estos jóvenes que son muy distintos a los de hace 20 años, donde respirábamos libertad y no estábamos tan apalominados. Entendíamos lo que nos decían nuestros padres, porque había una base, un acercamiento.

Estos días hay una discusión a debate sobre si con 16 años una menor embarazada tiene potestad de abortar si así lo cree oportuno tomando la pastilla del día después, sin consultar a sus padres. Lo que falla son los cimientos educativos.

¿ Qué consecuencias traerán todas esas medidas aparentemente frívolas? ¿Hacia dónde vamos? La libertad muere y se fortalece el libertinaje. ¡NO!

Ser padre es una aventura, se cambia la percepción de los peligros y las risas. La autoridad ha dejado paso a no se sabe muy bien qué, y los hijos se suben a la chepa, y saben que los padres están a su merced.

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