(¡Lo siento!)
Apenas murmuraba un nombre -¡MAMÁ!-reiterándolo.
Esa palabra descubría todavía un hilo de vida.¡Qué sola me vas a dejar!-suspiré.
Movió los ojos buscándome, encontrándome, angustiado, abandonándose, haciéndome testigo del instante de su partida. El momento nos arrastró a una suerte aciaga, misteriosa. Calibré el alcance de todo aquello, una auténtica sensación incontenida, torrente desconsolado.
Asistí duramente a la experiencia, que dejó una huella indeleble en mí.
Recordé los últimos días, tan cenicientos, pero surgían las voces que celebraban el encuentro, que co-respondían.
Regresé de mi ensimismamiento,pálida, segura de que la instantánea jamás se borraría. Jamás.
Me pregunté, examinando mi mente, si aquello era cierto. Asentí.
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