viernes, 20 de marzo de 2009

CULTURA SLOW

Vivimos en sociedades demasiado rápidas, donde todo se actualiza, se refresca en cuestión de minutos : las noticias, los hechos, lo tecnológico queda obsoleto, caduco, y donde la vorágine nos lleva por una espiral stresante, llena de prisas y carreras para intentar llegar a todos los sitios, sin saber muy bien por qué.

Sin duda es un gran mal de nuestros días. Las ciudades son suicidas con su vertiginoso ritmo, y desde que nos levantamos y hasta que nos acostamos vamos escopetados, dispuestos a jugarnos el tipo por hacer cosas que no dejan de ser artificiosas, llenas de ruido y vacío.Nos lleva a cometer muchos errores, a no fijarnos en el entorno y disfrutar de sus placeres, en no compartir tranquilamente con los demás momentos que son irrepetibles.

Nos volvemos violentos, irascibles si las cosas no suceden cuando esperamos que sucedan, a poder ser lo antes posible, y es que no nos queremos dar cuenta que las pautas que nos marca el tic- tac del reloj nos tiranizan, nos hacen menos humanos.

Tenemos que volver al equilibrio sosegado, a un latir más pausado y normal, por la salud psíquica y física. Vamos acelerados y nos complicamos porque damos demasiada importancia al reloj, somos esclavos del tiempo y de querer hacer mil tareas al día, cuando realmente cada una lleva un tiempo considerable. Lo que nos muestra la dicotomía de cantidad-calidad.
Debemos dar prioridad a la calidad, para saborear la vida, y no pasar por un montón de cosas de puntillas sin enterarnos muy bien para qué.

Desengancharse a esa estructura marcada por horarios estrictos lleva su tiempo. Esto es como una droga, debemos desintoxicarnos de las velocidades impuestas por un sistema que como he dicho en más de una ocasión, no trata de que seamos felices, antes al contrario, pero quizá desaprendiendo todo lo que esta ahora ha modelado nuestra existencia.

Sólo somos seres megaconsumistas ( de comida fast food, ocio fugaz, trabajo acelerado, educación competitiva, etc) ,conectados a una mayor tecnología que nos hace depender de ella para que adquiramos las últimas novedades, sin pararnos realmente a pensar que eso no nos va a hacer mejores.

Debemos desprogramarnos, y ver qué es lo urgente y cuál lo importante, para decidir eficazmente, no realizar las cosas por resultados-objetivos, sino por sensatez y respirar naturalmente, oxigenarnos, no caer en el círculo vicioso del que está preso la mayoría, con enfermedades evitables, con un poco de sentido común.

Si sabemos que lo importante es el viaje y no la meta, y en cada etapa sentimos profundamente cada segundo, la meta no supondrá una frustración o un fracaso, porque el camino habrá sido maravilloso. Todo es cuestión de compromisos, de productividad más estable, más armoniosa que nos haga formar parte del entorno, no un actor "hiper-adrenaleico" que pierde la percepción de la realidad.

Por una mejor calidad de vida, ¡vive sensatamente!

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