jueves, 5 de marzo de 2009

LA CÁRCEL NO ES LA SOLUCIÓN

¿Cuál es entonces el fin último de la prisión?
La reinserción en la sociedad, carente de valores, que puede hacer reincidente a estas personas.
Son tiempos difíciles tanto para los que estamos fuera como para los que se incorporan, pero esa rehabilitación tiene que ser siguiendo unas normas y tiene unos costes, que quizá ya no queremos asumir.

El sistema vemos que está saturado, que no puede absorber tal cantidad de gente, reclusos que en ocasiones están hacinados, pues hay overbooking, muchos delincuentes, pocos funcionarios para supervisar, con pocos recursos.


La población reclusa es muy diversa, siendo preocupante las demasiadas nacionalidades que plagan estos reductos, reagrupando bandas y, donde la inmigración tan alta pareció llegar en un momento llamada, donde se veía a España como un lugar de fácil delinquir, casi gratis, y ahora nos vemos envueltos en toda clase de violencia carcelaria, vemos cómo campean las drogas sin que nadie haga nada.


En primer lugar, ¿de qué sirve que la policía realice su labor con diligencia, si cuando pasa al juzgado nos encontramos con ejecutorias que durante años no se han llevado a cabo?, provocando una alarma social. La justicia debe modernizarse( informatizarse para que haya información compartida entre organismos que evite grietas con crueles consecuencias), no puede ir por detrás de la sociedad, en sus leyes ( reforma clamorosa de nuestro código penal).


El papel que juegan los medios de comunicación es fundamental también, ya que estamos viendo con demasiada normalidad delitos más o menos graves, que una cosa es conocerlos, y otra muy distinta recrearse y olvidarnos de quién es la víctima y quién el verdugo, pues se pretende empatizar con el delincuente, y ver por qué lo hizo. No tiene justificación.
Muchas veces el que comete el acto delictivo sale reforzado, provocando una indignación ante una justicia que no es justa, y que a veces grita el ojo por ojo.


El endurecimiento de las penas ¿puede ser la respuesta?Terroristas, pederastas, asesinos, ladrones, violadores, psicópatas, etc, no pueden quedar libres así sin más.


El caso de los menores de edad es muy preocupante, pues les sale gratis muchas veces sus delitos, aunque ese mismo día fuera a ser mayor de edad. Se dice que no están formados, que son víctimas de la sociedad, y esa percepción desvirtua ya a la víctima y al hecho en sí, que me parece insolidario y realmente una postura muy peligrosa.


La sociedad reclama amparo justo. Que no haya doble rasero, y que delitos de poca envergadura sea tratado de otro modo y no sature cárceles que están para otra cosa, creo. Los pringadillos son los que se comen los marrones y mientras los grandes de guante blanco, de alto rango se van de rositas.


Las leyes son escrupulosas con unos y demasiado vehemente con otros, dependiendo de quién se sea. Muchas veces más papistas que el papa, pues una bofetada no puede ser delito de cárcel, y un desfalco de miles de millones se salen con la de ellos. Hay una incongruencia, un vicio per se que agrede a nuestra inteligencia, pero el sistema es lo que promueve, y no hace nada para remediarlo.


Más cárceles ¿para qué? La cuestión es otra. Educar desde bien pequeños, construir valores y mantenerlos a lo largo de la vida, para no caer en estas otras realidades opacas, insustanciales. Por tanto, más gasto en educación y enseñar un sentido de respeto hacia el otro, es lo principal.

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