La reacción una vez mostrado el trabajo, me dejó helada: "Una redacción de colegio".No podía creerlo. Tantos libros leídos : novelas, biografías, distintas temáticas, ocupando mis últimos años, para investigar el cómo escribir, para realizar una exposición propia de un pasaje de mi vida transcendente, para que cuando después de mucho me decido a que alguien lo lea, no se le ocurra otra cosa que sentenciar: "Una redacción de colegio. Eso me ha parecido".
¡No entiendo! ¿cómo podía echar por tierra todo el empeño y entusiasmo de años? Su crítica ensombreció mi semblante como hacía tiempo no ocurría.
¿Qué quería decir? Sé que escribir no es fácil y que para ser escritor hay que tener talento, aparte de una semántica abundante, y disciplina, pero sobre todo una idea original, primaria que darle forma y un desarrollo coherente, tener una historia y modelarla.
En este caso, el personaje requería una atención especial, y una cuidadosa impresión.
Yo, volví a preguntarle que qué quería decir con eso.
Su siguiente expresión fue: "No, sino digo que esté mal, pero me parece una redacción de colegio".
Su opinión me causó un desaliento profundo. Era como si todas las energías empleadas en realizar algo interesante, no había sido lo suficiente como para cautivar a parte intrínseca del pasaje. Aquello no tenía sentido.
Ante mi perplejidad y asombro, como para levantar un poco mi gesto contrariado, comentó: "Lo he leído y lo he visualizado, como una película, pero me sigue pareciendo una redacción de colegio"."Un cuento".
Bueno, era ya más de lo que en principio estaba dispuesta a transigir. Era una desazón, como si no pudiera haber sido capaz de enlazar las letras: la l con la a, la; y así sucesivamente.
En fin, no queriendo ser pretenciosa en ningún momento, ni querer un premio Nobel, el escrito tenía algo más que un aprobado. La atmósfera tenía algo mágico. Será cuestión de persistir, y perfilar lo ya desvelado. Revisaré de nuevo mis más entrañables recuerdos para pulir y cribar lo declarado.
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