domingo, 15 de febrero de 2009

CAYUCOS HAMBRIENTOS

África tiene hambre, y quiere una salida. En su lucha por la supervivencia se embarca en pateras para llegar a lo que ellos creen el maná europeo, y en su travesía arriesgan sus vidas por un sueño que no es tan bonito como pudiera parecer, pues a su llegada normalmente a costas canarias, muchos son hospitalizados por hipotermias, desnutrición o deshidratación.
Días que pasan a la deriva sin tener un puerto cierto al que atracar. Menores y mujeres embarazadas son habituales en esos viajes esperanzadores, donde el mar se vuelve pesadilla, y a su llegada son repatriados en una cantidad importante y el esfuerzo hecho no ha valido para nada. Pero algunos ni siquiera llegan. Mueren en el periplo.

Lo que deberían hacer ante este incesante goteo es una política para que en sus lugares de orígen comprendieran que el viaje no es la panacea, no es la salvación. Marroquíes y sudsaharianos prefieren arriesgar sus vidas atraídos por lo que ven en TV de lo que es Europa y su estilo de vida, y no consideran que una vez aquí no hay nada de lo que se veía. Se tienen que agarrar a ser vendedores de top manta y artículos pirateados, cautivados por mafias que los exprimen y no les dan una vida más digna.

Salvamento marítimo no puede hacer frente a tal cantidad de botes que arrivan a nuestras costas. Mucho queda por hacer por parte de Europa y, España, en este caso, pero tampoco los países de los que vienen ponen todos los medios para evitar esta sangría. No podemos absorber a tanta gente, personas sin papeles que no pueden acceder a un puesto de trabajo para poder vivir y mandar a sus familias en África. Además en estos momentos donde la crisis es el pan de nuestros días, el poder colocarse es más difícil por lo que la delincuencia como salida natural es más frecuente.

Recapacitemos un poco todos y seamos más humanos, para encontrar una solución más digna para un continente que agoniza.

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