domingo, 22 de febrero de 2009

EL PODER DE LAS FARMACEÚTICAS

La industria farmaceútica es una de las más rentables y lustrosas del mundo y la que tiene un poder de control sobre lo que tiene que salir al mercado muy importante. Contemporizan los tiempos de salida.
Muchos medicamentos y vacunas necesitan un proceso de investigación de varios años donde se invierten un enorme montante para desarrollar y poder llegar a la cura de enfermedades crónicas, y que pueden causar pandemias mundiales.
Es el caso particular de la malaria, que durante años fue investigada por el Dr Patarroyo, y que como dio con una vacuna y la quiso donar a la Humanidad, y no dar a una multinacional su patente para que la comercializara y se lucrara, pues consideraron que no tenía los activos necesarios para curar a tal cantidad de gente como la necesita, y por tanto que no funcionaba.
Ahora un español, Pedro Alonso, está investigando la vacuna de la malaria subvencionado por dinero de la Fundación de Bill Gates y otros inversores, aparente filántropo, pero que esperan rendimientos futuros. La labor del científico me parece encomiable, pero lo que veo mal es el interés puramente crematístico, de sus patrocinadores, sin importarles el que llegue a la mayoría de un público que está enfermo en un Tercer Mundo, pobre en salud como en otras tantas cosas.

Son muchos los laboratorios que investigan para desarrollar, lo que es el I+D+i, un nuevo fármaco sobre todo para enfermedades del primer mundo, que deje pingües beneficios en las cuentas de las farmaceúticas que deciden en que momento deben salir tal o cual medicamento. Sin embargo, es en marketing donde más se emplean, pues la mayoría de los medicamentos tienen los mismos principios activos, y hay que potenciar otras cosas, como la imagen de la compañía que atraiga a más consumidores.
Necesitan enfermos crónicos para pervivir: nos fríen a cockteles químicos, pero no quieren que nos muramos; se les acabaría el chollo.
Hay enfermedades consideradas raras que no tienen ese estudio y análisis simplemente porque no son rentables, sólo afecta a unos pocos y no merece la pena.
Está claro que necesitan que haya nuevas enfermedades y que afecten a poblaciones grandes para que su negocio no se vaya al traste, acostumbrados a unos astronómicos beneficios, parece que algo de crisis también les va a llegar, con la falta de patentes y la llegada de tanto genérico.
Son las farmaceúticas las que consideran que triunfa y que fracasa.
Resulta alarmante el poder que tienen en sus manos y lo que pueden llegar a hacer.
¡Qué Dios nos coja confesados!

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